jueves, 12 de septiembre de 2013

Benvinguts a Catalunya

 
 El año pasado por el día de la Diada muchísimos catalanes salieron también a la calle a reclamar más independencia, pero cierto es que días después, con motivo de un partido de la Selección Española de Fútbol, otros tantos salieron con banderas de España a ver el partido en las pantallas gigantes instaladas. Lo que quiero decir, es que no sé hasta que punto el sentimiento independentista es real.


Dicho esto, no creo como otros muchos que el nacionalismo sea de por sí algo malo. El nacionalismo es como una botella vacia. Será malo si se llena de veneno, si se usa como arma política para conseguir mejoras para unos cuantos empresarios de una región -caso del norte de Italia- o para mantener dictaduras.... Y será bueno si se llena de vino, si se usa para proteger una cultura en desaparición por ejemplo.

Y no nos podemos olvidar que el nacionalismo que más daño hizo en los últimos cien años a España no fue el catalán, sino que fue el castellano-español que entre otras cosas fue usado como excusa durante cuarenta años para mantener el terrorismo de estado (dictadura franquista) y fue el que sirvió de detonante para casi otros tantos de terrorismo vasco (el horrible terrorismo de ETA que finalizó en el gobierno de Rodríguez Zapatero)


Yo, personalmente, creo que el que Cataluña esté en España nos beneficia al resto y a ellos mismos. Creo en todos los proyectos que unan gente, llámense España o llámense Europa. Pero si realmente el pueblo catalán (que existe, al igual que existe el gallego y el vasco, por mucho que masas desairragadas urbanas digan los contrario) quiere la independencia, y este sentimiento se prueba de manera objetiva (el derecho internacional tiene sus métodos para calcular más o menos de manera objetiva este tipo de jodiendas) no nos debe parecer nada extraño ni nada de otro mundo que se marchen ya que estaríamos ante algo "natural" que incluso los tratados internacionales prevén.

España debe de ser un proyecto común, un nexo común.Y ser español deber ser una elección, no una obligación a golpe de carabina. Lo cual no quita de defender dicho proyecto común -España- si creemos que es lo más positivo para todos. Yo lo creo, pero no creo en el imperialismo.
 
 
 
 
 
 

sábado, 7 de septiembre de 2013

Madrid Olímpica



Cuando pienso en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 me viene a la mente una victoria. La victoria de España, con todos sus defectos y virtudes, en la lucha de abrirse al resto del mundo después de una larga dictadura. Una España del 92 que poco tenía que ver con la de diez o quince años antes, tanto a nivel social como económico.

Sin embargo por más que le intento ver el lado positivo a la candidatura de Madrid (lo siento por mis amigos madrileños) no puedo evitar ver más que un ejercicio de maquillaje, una cosa al estilo de la Fórmula Uno valenciana. Un capricho de nuevo rico y de malos gestores, para demostrarles al mundo que molamos.

En definitiva, una maniobra empresarial que creo que favorecería sólo a los de siempre, a los mismo que desde la sombra están destrozando Europa: las grandes empresas multinacionales -por no poner mafias que es lo que son-.