El
año pasado por el día de la Diada muchísimos catalanes salieron también
a la calle a reclamar más independencia, pero cierto es que días
después, con motivo de un partido de la Selección Española de Fútbol,
otros tantos salieron con banderas de España a ver el partido en las
pantallas gigantes instaladas. Lo que quiero decir, es que no sé hasta
que punto el sentimiento independentista es real.
Dicho esto,
no creo como otros muchos que el nacionalismo sea de por sí algo malo.
El nacionalismo es como una botella vacia. Será malo si se llena de
veneno, si se usa como arma política para conseguir mejoras para unos
cuantos empresarios de una región -caso del norte de Italia- o para
mantener dictaduras.... Y será bueno si se llena de vino, si se usa para
proteger una cultura en desaparición por ejemplo.
Y no nos
podemos olvidar que el nacionalismo que más daño hizo en los últimos
cien años a España no fue el catalán, sino que fue el castellano-español
que entre otras cosas fue usado como excusa durante cuarenta años para
mantener el terrorismo de estado (dictadura franquista) y fue el que
sirvió de detonante para casi otros tantos de terrorismo vasco (el
horrible terrorismo de ETA que finalizó en el gobierno de Rodríguez
Zapatero)
Yo, personalmente, creo que el que Cataluña esté en
España nos beneficia al resto y a ellos mismos. Creo en todos los
proyectos que unan gente, llámense España o llámense Europa. Pero si
realmente el pueblo catalán (que existe, al igual que existe el gallego y
el vasco, por mucho que masas desairragadas urbanas digan los
contrario) quiere la independencia, y este sentimiento se prueba de
manera objetiva (el derecho internacional tiene sus métodos para
calcular más o menos de manera objetiva este tipo de jodiendas) no nos
debe parecer nada extraño ni nada de otro mundo que se marchen ya que
estaríamos ante algo "natural" que incluso los tratados internacionales
prevén.
España debe de ser un proyecto común, un nexo común.Y ser
español deber ser una elección, no una obligación a golpe de carabina.
Lo cual no quita de defender dicho proyecto común -España- si creemos
que es lo más positivo para todos. Yo lo creo, pero no creo en el
imperialismo.
Cuando pienso en los Juegos Olímpicos de
Barcelona 92 me viene a la mente una victoria. La victoria de España,
con todos sus defectos y virtudes, en la lucha de abrirse al resto del
mundo después de una larga dictadura. Una España del 92 que poco tenía que ver con la de diez o quince años antes, tanto a nivel social como económico.
Sin embargo por más que le intento ver el lado positivo a la
candidatura de Madrid (lo siento por mis amigos madrileños) no puedo
evitar ver más que un ejercicio de maquillaje, una cosa al estilo de la
Fórmula Uno valenciana. Un capricho de nuevo rico y de malos gestores,
para demostrarles al mundo que molamos.
En definitiva, una
maniobra empresarial que creo que favorecería sólo a los de siempre, a
los mismo que desde la sombra están destrozando Europa: las grandes
empresas multinacionales -por no poner mafias que es lo que son-.